«mens sana in corpore sano».
La historia de la humanidad y recientes investigaciones, demuestran que existe una relación clara entre la práctica de actividad física y el desempeño cognitivo.
Hace diez mil años, cuando se estima que tuvo lugar el desarrollo del cerebro moderno, nuestra actividad física era intensa. Muy intensa. Recorríamos, como promedio, entre 10 y 20 Km diarios, los hombres, y entre 5 y 10 km diarios, las mujeres.
Estábamos en continuo movimiento. Teníamos que buscar lugares mejores para vivir, y encontrar alimento (recolectando y cazando). También era muy importante evitar ser la merienda de animales depredadores.
Hacíamos largos recorridos andando y, cuando era necesario, corríamos rápido. Crecimos y nos desarrollamos en una forma física óptima: estábamos fit.
Nuestro cerebro tuvo que cambiar para mantenernos con vida.
Esta idea nos lleva a pensar, que nuestras habilidades cognitivas se desarrollaron mientras manteníamos una actividad física muy alta.
Hay muchos estudios que confirman la relación entre salud y práctica de ejercicio físico. Algunos, como éste, compararon los niveles de atención y memoria en mujeres mayores de 60 años que practicaban taichi, con mujeres sedentarias. El primer grupo, obtuvo puntuaciones mucho más altas que el segundo, en ambos marcadores. Además, las mujeres que practicaban taichi, tenían menores niveles de ansiedad y depresión.
Es tan clara la relación entre mejoras cognitivas y actividad física, que ésta se propone como terapia complementaria en casos de pacientes con deterioro cognitivo o con riesgo de tenerlo, dado que se trata de una intervención de fácil acceso, bajo coste y pocos efectos secundarios.
Las investigaciones demuestran que no es necesaria una actividad física muy intensa para obtener grandes beneficios a todos los niveles.
En este estudio, también se evidencia que la actividad física favorece los aspectos relacionados con la plasticidad neuronal. Se demostró que, las personas mayores deportistas, superaban a las de su edad sedentarias en rapidez de movimientos y precisión de funciones ejecutivas.
Y hay algo aun más interesante: la asociación entre la buena condición física y la resilencia. La resilencia es la capacidad de resistir y recuperarse frente a situaciones de mucho estrés. Se puede concluir que la actividad física no solo te ayuda a tener mejor memoria, pensar con más claridad, mantener el buen ánimo y controlar el estrés, sino que te ayuda a tener fuerza mental y emocional para enfrentarte a los problemas de la vida.
Una de mis actividades favoritas por su versatilidad es el entrenamiento con kettlebell o pesas rusas.. Lo importante es elegir alguna actividad que te guste y cuya práctica mantengas en el tiempo.
Si quieres profundizar, aquí tienes una revisión temática sobre la relación entre actividad física y rendimiento congnitivo: http://hdl.handle.net/10495/14139
¡Ya no tienes excusa, así que empieza a moverte!.
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